ADN Energético

DAEMON MERIDIANUS. Carta I (por Jorge Cubero)


En 7 semanas queremos publicar 7 cartas escritas por uno de nuestros amigos, Jorge Cubero. Esperamos que disfruten la secuencia, y sobre todo, la alegoría detrás de cada historia.

Jorge explica que el hombre geométrico representa la diferenciación del hombre con la naturaleza. El objetivo central de la historia es el viaje al inconsciente y la búsqueda de verdades más profundas, muchas veces ambiguas y personales para cada lector…

El título “Daemon Meridianus» o «Demonio Meridiano” es referente a la pérdida de la magia y fantasía en la edad adulta, es justamente, lo que el autor intenta debatir…

Ilustrador: Kevin Gutiérrez
Ilustrador: Kevin Gutiérrez

15 de abril del 2011, 6:15 pm

Sofía conduce su carro en dirección a la casa; después de uno de esos días que todos experimentamos entre semana, donde lo que queremos es acostarnos y no despertar en tres días.

En medio del habitual embotellamiento, el conductor de otro vehículo le pide espacio; ella le hace cambio de luces. Se apaga el radio, pero se enciende de nuevo. No ha pasado nada. Sigue otros 100 metros y ahí se da cuenta que una de sus luces está apagada.

Se distrae momentáneamente al ver el reflejo en el carro frente a ella. En su cabeza está tejiendo pensamientos que solo ella conoce y solo ella entiende. Está atrapada en una duda, una duda que la atormenta y no la deja tranquila.

Carta I

Nada es lo que parece

Francisco Roque es un profesor de ciencias en un colegio del centro de la ciudad. Él le comenta a sus alumnos lo que cree es la teoría más acertada acerca del origen de la vida en la tierra. Así como el origen de la inteligencia humana; él utiliza un ejemplo muy interesante:

“Imaginemos un hombre inmortal cuya única tarea es barajar un naipe infinitas veces…, el orden resultante de barajar las cartas en una mesa que tiene al frente por primera vez es:

A J 3 5 9 10 2 6 4 K 7 Q 8
10 2 9 3 J A 4 6 Q K J 5 7
8 7 4 2 9 3 A J 5 10 6 K Q
Q K 6 10 5 J A 3 9 2 4 7 8

Todas en una sopa de tréboles, espadas, corazones y diamantes. Muchos años después, el hombre inmortal se sorprende y queda perplejo al ver que en la mesa que tiene al frente ha colocado en perfecto orden:

A 2 3 4 5 6 7 8 9 10 J Q K Tréboles
A 2 3 4 5 6 7 8 9 10 J Q K Espadas
A 2 3 4 5 6 7 8 9 10 J Q K Corazones
A 2 3 4 5 6 7 8 9 10 J Q K Diamantes

En conclusión, en un universo infinito con una cantidad infinita de partículas moviéndose sin sentido, la vida, así como la inteligencia del hombre, se pueden dar por simple coincidencia”, terminó de explicar Francisco Roque.

Esta idea dejó a Sofía con una gran tristeza, ya que ella se consideraba una persona muy razonable y objetiva, pero al mismo tiempo espiritual. No podía aceptar una realidad sin el más mínimo sentido ni propósito más que la coincidencia.

La duda del sin sentido de la vida la persigue hasta el día de hoy, ella podría simplemente tener fe, pero esto no le es suficiente. No soporta el hecho de seguir ciegamente algo, debido a la experiencia de haberse entregado a un matrimonio y ver que todos sus sueños se desvanecieron en el engaño y la traición hasta terminar en un doloroso divorcio.

No hay sentido
No hay propósito
Nada vale la pena
Era más fácil ser joven

Tengo la vida por delante, quiero esto, quiero lo otro, más dinero, un carro, una casa, viajes al extranjero… De jóvenes somos tan influenciables, que el término «el hombre ha muerto» adquiere todo un sentido en esta época de nuestras vidas, donde lo que importa es lo que tenemos y para nada lo que somos.

Ahora bien, Sofía continúa en el embotellamiento. Solo un foco le funciona. Pone luces altas y parece que trabajan bien. Sube un poco el volumen de la radio y escucha literalmente como un despertador matinal, una canción que no escuchaba desde hace mucho tiempo: Time (Tiempo) de Pink Floyd.

El inicio de la canción es una de las cosas que más le gustaba. Podía escuchar retumbos de la batería, junto con repentinos acordes de guitarra eléctrica integrados magistralmente por un teclado psicodélico y etéreo.

La letra de la canción, decía más o menos así:

Viendo pasar los momentos que componen un día monótono.
Desperdicias y consumes las horas de un modo indecoroso.
Vagando de aquí para allá por alguna parte de tu ciudad
a la espera de que alguien o algo te muestre el camino.
Cansado de tumbarte bajo el sol y quedarte en casa mirando la lluvia.
Eres joven y la vida es larga y hoy hay tiempo que matar.
Y luego te das cuenta un día de que tienes diez años más tras de ti,
nadie te dijo cuándo correr, llegaste tarde al disparo de salida
y tú corres y corres para alcanzar al sol, pero él se está poniendo
y girando velozmente para de nuevo elevarse por detrás de ti.
El sol es el mismo de modo relativo, pero tú eres más viejo.
Tu respiración es más corta y estás un día más cerca de la muerte.
Cada año se hace más corto, nunca pareces encontrar tiempo.
Planes que se quedan en nada o en media página de líneas garabateadas
esperando en silenciosa desesperación a la manera inglesa.
El tiempo se ha acabado, la canción se ha terminado, pensabas que diría algo más.

El final de la canción se componía de una sinfonía de lamentos guiados por un académico y refinado teclado; mientras apreciaba esto, Sofía recordaba que en los conciertos cuando se tocaba esta canción se escuchaba un fragmento de Eclesiastés que decía:

“Anda, come con alegría tu pan y bebe de buen grado tu vino, que Dios está ya contento con tus obras. En toda sazón sean tus ropas blancas y no falte ungüento sobre tu cabeza. Vive la vida con la persona que amas, todo el espacio de tu vana existencia que se te ha dado bajo el sol, ya que tal es tu parte en la vida y en las fatigas con que te afanas bajo el sol. Cualquier cosa que esté a tu alcance el hacerla, házla según tus fuerzas, porque no existirá obra ni razones ni ciencia ni sabiduría en el féretro a donde te encaminas” Eclesiastés 9:7-10.

Recordar esto la hizo sentir muy bien. Le permitió darse cuenta que la música o cualquier expresión del arte es el medio en que Dios nos hablaLa música, pensó, es el resultado de las inquietudes, sensaciones y deseos del alma de los artistas. Esto no puede ser medido ni probado, pero sí valorado en términos de belleza, complejidad, composición y atributos presentes en la naturaleza, aunque muchas veces menospreciado o poco valorado por la ciencia.

Un concepto como la perfección, es un disparate para un científico, ya que condicionaría un estándar impuesto por una entidad superior. Para él todo es una simple coincidencia resultado de la evolución y reacción de un sinnúmero de sustancias. El buscar un significado a nuestras vidas o un sentido superior no es más que una fantasía infantil.

En este punto Sofía por fin mandó al carajo los estándares impuestos por el pensamiento actual, y prefirió sumergirse en una búsqueda más profunda y metafísica, quiso buscar donde fuera un sentido superior, un deleite mayor, un entendimiento total y supo que esto era posible encontrarlo entre las notas de una sublime composición musical.

Si quieres recibir nuestros escritos y llenarte de luz, puedes suscribirte aquí.

Historia: Jorge Cubero Ocampo
Ilustrador: Kevin Gutiérrez
Noticias Mi Ciudad

 

3 comentarios

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.