Hoy, precisamente hoy, sentí un pequeño y sutil elevo de corazón. Con el frío incorporado entre los componentes de esta vida interna, me vi postrada ante candente reverencia.
Los pulsos (mejor dicho la sangre), fueron más inteligentes que mi propia lucha y estuvieron confrontados ante grandes pensadores intelectuales.
Mi única inclinación fue puesta a prueba con rodillas y presión entre mi abdomen. El punto clave fue bastante llamativo como para reconocer la inmensidad de su locura, fidelidad y asombros.
Cada día es lo mismo, pero cada día la intensidad aparece con grandes flechazos de identidad. Su vehemencia da vueltas y con el mismo ímpetu de una nota musical, todo mi ser se inclina con reverencia ante ti.
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