Caminé en una calle plana, llena de colores grises y negros. Caminé de la mano con mi papá, y atrás estaba mi perro siguiéndonos.
Di un paso para llegar a la acera, di un paso y mis ojos corrieron al suelo. Allí el tiempo se detuvo por unas horas, prosiguió por unos minutos y se aceleró por unos segundos.
Mis ojos comenzaron a hablar con mi papá. Él con una expresión nula me habló claro y directo. Yo con una expresión sorprendida, le respondí claro y directo.
LLevé mis manos hacia el suelo, tomé ese “algo” amontado en la acera. Apreté con fuerza ese “algo” y sentí tristeza en mi corazón.
Ese “algo” estaba en todos lados, ese “algo” oscurecía y ensuciaba los paisajes. Ese “algo” no le importaba a muchos. Ese “algo” se llamaba: BASURA.
Christy Petri (Quesada Segura)