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Nosotros mismos


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Un día te levantas temprano, listo para empezar el día. Estás desayunando y enciendes el televisor, escuchas la noticia de las autoridades solicitando disminuir las actividades al aire libre para que las personas se refugien en sus casas por una alerta de smog. Te asomas por la ventana y ves una mañana opaca y sin brillo. Abres la ventana y comienzas a tener síntomas de alergia. Sales de tu casa y ves a las pocas personas que aún están en las calles caminando con máscaras en sus bocas.

La alergia es cada vez más incómoda al punto en que sientes no respirar bien y decides buscar a un médico que te examine. El resto del día lo pasas en el hospital con otras personas que al igual que tú, esta mañana tuvieron que asistir enfermos por el aire que respiraban. Esto parece una escena de una película futurista, o el principio de una novela, pero no lo es.

Muchos habitantes en el mundo viven esto, presentan problemas respiratorios y muchos deben usar máscaras para poder salir de sus casas por alerta de smog. Los pocos vientos registrados por la época, sumados a los altos niveles de contaminación que existen en el aire, están pasando el cobro de una factura pendiente con la naturaleza. ¿Qué nos está ocurriendo?

Bien por los acuerdos y convenios internacionales en temas ambientales, pero como dicen por ahí, del dicho al hecho, hay mucho trecho. En definitiva una tajada grande de este queque es una cuota aportada por el acelerado desarrollo industrial con poca o nula conciencia ecológica y un Estado pasivo que no exige ni protege los recursos naturales, en la medida en que debiera o en la medida en que el “estado de la cuestión” lo requiere. Sin embargo, una gran cuota de responsabilidad en este tema empieza por cada uno de nosotros. Todos nos ahogamos en el mismo aire cada vez más contaminado.

Hace poco escuché esta frase: el que no sabe es como el que no ve.  Allí pensé: índices, mediciones, tasas, investigaciones que señalan las consecuencias y encuentran las causas. etc. Pareciera que existe una especie de ceguera que nos hace creer aún que las cosas son inagotables. ¿Por qué? Porque no conocemos los datos, ni los porcentajes, ni las consecuencias,  no sabemos ni tenemos conciencia del valor y no  tenemos los ojos abiertos, ni mucho menos las manos, boca o mente.

Una palabra en especial se ajusta para explicar lo que se está viviendo: irreversible.  Diferentes investigaciones científicas han concluido que la acumulación de los daños que se están generando se aproxima a concebir perjuicios irreversibles para el medio ambiente.

Aunque vivas en un país desarrollado-potencia mundial ningún dinero, empresa o tecnología alcanzarán para compensar cuando salgas a correr o caminar y respires un aire fresco y puro, simplemente no habrá dinero para comprar eso. El problema central no son las riquezas ni la tecnología, el problema central seguimos siendo nosotros en nuestra forma de vivir y organizarnos. El problema está en lo que hemos decidido irracionalmente apostar y en las cosas que no valoramos, respetamos ni cuidamos. El problema está en que no solo vivimos en esta esfera llamada tierra, también vivimos en otra esfera llamada nosotros mismos y esto definitivamente está cerrando nuestros ojos en el “saber o querer hacer”.

Elenny Hernández Cerdas

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