
Es nuestro terruño que esconde solo aquello para los apasionados. Un soplo que transporta la gentileza de océanos vivos, con manos calientes de caridad.
El principio, establecido con sus acordeones de guerra… quitando el vacío, subiendo a la grandeza.
Una vista de verdad, gritando con su nota real. No es posible sentir la brisa sin frescura… Es la mismísima menta de criaturas celestes.