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Un paseo en la barca


Un paseo en la barca

Antes que los recuerdos nacieran, la música había iniciado su solitario viaje. La ruta de los navegantes, los atrevidos y los aventureros. La misma que el temeroso Odiseo se negó a transitar mil años después.

Era el oscuro viaje que solo el guerrero realizaría en su barca, ciñendo su cinturón e izando la vela.

El aguador aún alimentaba los mares en la finis terrae, la tierra que nunca fue. Allí sería la batalla, la gran guerra.

Solo dos le acompañaban, el mayor cuidaba del menor, pero no eran guerreros, no lucharían con él. Ellos eran sus amigos, sus fieles amigos.

La furia de quienes se creían dios, o quizás dioses, se acrecentó cuando les fue robado su fuego.

Llegó a tierra, porque sí había tierra, y allí tuvo que lidiar contra ella misma. Al caer una de sus rodillas sobre la arena, se percató de que no estaba solo, a su lado estaba él, su hermano, su padre, su hijo, él mismo.

Como un hermano gemelo, su temor lo había alejado, pero su valor lo había traído de vuelta, inmediatamente, en ese mismo instante. Ya no lucharía solo, ya eran dos.

Hace mucho tiempo, creo que más de mil años, no escuchaba al delfín cantar la canción de la sirena.

Autor: David Alberto Saenz
Noticias Mi Ciudad

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