ADN Energético

La magia del pensamiento


La energía es la misma, la misma que vislumbró desde el hombre prehistórico. No ha cambiado su almacenamiento. Todo es invariable, eso sí, sin nosotros los humanos.

Algunas veces vemos que no hay tiempo. Inmóviles… y en las profundidades de nuestro ser… del mismo Universo, (donde comenzó la maravillosa creación) nada pasa. Cero cambios.

Pero… aún así, otras veces también experimentamos dinamismo. Mezcla de pasado, presente, futuro. Movilidad. Mutamos. Los momentos llegan para cambiar. Dos fuerzas interactúan: amor-misericordia (invariable) y severidad (restricción-límites).

Así vivimos, entre ambas fuerzas, con satisfacción de plenitud y también de demanda. Nada es igual… Esa luz… la luz infinita, nuestra fuente, no experimenta ningún movimiento. Sin limitaciones… Nosotros disfrutamos de esa sensación, en armonía.

Nada ha cambiado. La realidad ha permanecido igual. Nosotros somos quienes nos hemos encargado de hacer ajustes, basados en nuestras necesidades. Controladores del mundo… Por eso… precisamos de libertad, que inicia en nuestro interior.

Claro, externamente todo se ve lindo. Han habido mejoras, descubrimientos, arquitecturas, proyectos, pero… el almacenamiento de energía permanece igual… ¿Entonces qué ha cambiado? El uso dado a nuestra propia energía interna.

Pero… tenemos respuestas… A nosotros se nos ha dado el mecanismo interno, funcionamos igual que el Universo. No necesitamos intermediarios, porque eso, dentro nuestro, nos ayuda a ser autónomos, libres y amantes del Creador.

Y la gente está despertando, cambiando. Y esos cambios llegan gracias a las leyes del Universo/de Su Palabra. Podemos no saber nada sobre las leyes y su funcionamiento… pero éstas nos acercan con una hermosa intuición… Regresamos a la creación, a la existencia, a nuestro propósito. Una relación con la eternidad. Volviendo a las raíces de nuestra alma. Elevación.

No existen dudas, hemos sido creados sin ellas… si les damos espacio, perdemos la armonía con nuestro interior y con la realidad… donde siempre hay pureza. Depende de nosotros, de nadie más. Construimos una relación estrecha e interna con esa luz que siempre estará, la que llamamos: completitud.

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Dibujo: Freepik
Noticias Mi Ciudad

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