Emisarios de Ilusión

La llegada de los limones


Era de noche y estábamos terminando unos trabajos… Nunca suena el timbre de la casa en esos momentos, entonces al escucharlo, nos sorprendió.

Bajamos para abrir la puerta. Era una joven vecina que nos venía a regalar unos limones.

— Noté que están esperando una vida entonces como a veces dan náuseas, les vengo a dejar unos limones. 

— Muchísimas gracias. Casi no nos da pero AMAMOS los limones.

¡Ah! Y la bolsa decía: Gracias, gracias, gracias.

La verdad fue un gesto maravilloso en momentos en que la oscuridad a veces quiere hacer de las suyas.

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