ADN Energético

Silencio pacificador


Hoy conocí a un señor amargo,
amargo al paladar del ánimo.
Incontenible mal humor el que exuda su conciencia. La dejó ver.

Y ese cuadro fue tormentoso.
Me generó enojo y piedad a la vez.
Lo conocí por unos minutos nada más. Su amargura reinó en el interior y exterior de su taxi. Lo vi venir, lo vi irse y llevarse consigo una pena insostenible.

No sé qué le transmití. Quizás mi reacción muda no sirvió de mucho. Pero sí sé que no se encendió ningún fuego. Aquello quiso encenderse pero no llegó a mí. Y quizás ese impotente intento de paz le calmó.

Tal vez no fue mucho pero fue mejor que fuego. Tal vez no logré nada pero no lo hice peor. Tal vez lo hice con la intención pero la realidad es que una reacción llega siempre sin avisar. Tal vez las reacciones frágiles de cada uno de sus clientes lo pongan a prueba cada segundo de sus días.

Fue casi imposible, pero por lo menos en mis minutos, espero que él lo haya notado. Ojalá le importe saber que él me importó a mí, que mi silencio fue mi reacción frágil. Mi intento de paz.

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Autora: Alejandra Lopez
Dibujo: Freepik
Noticias Mi Ciudad

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