ADN Energético

Desde allí


Nos hemos olvidado del silencio. Lo hemos querido convertir en «algo», desvalorizando su espiritualidad.

Nos hemos olvidado del silencio, sin ocuparnos por atraer la conciencia, la esencia de la unidad.

Nos hemos olvidado del silencio, pero ese que expresa amor, compasión, sabiduría, amistad. 

Nos hemos olvidado del silencio. Ese gusto que impulsa a la reflexión, que sostiene momentos de meditación con nosotros y el Creador.

Nos hemos olvidado del silencio, de traer la intuición. Esa que se despierta con mundos de calma.

Nos hemos olvidado del silencio, un campo misterioso que llevamos dentro, que ha sido puesto para ser descubierto y entrenado.

Nos hemos olvidado del silencio, que nos transporta fuera del tiempo y espacio… Allí donde nos arreglamos, donde nos hacemos mejores para iluminar. 

Nos hemos olvidado del silencio porque nos da miedo el qué dirán. Hemos olvidado que son solo pausas, no por cansancio, rebeldía o falta de palabras, sino por respeto, amor, discernimiento.

Nos hemos olvidado del silencio, el ingrediente de integración y unidad. Aquel que nos hace comprender y comprendernos.

Nos hemos olvidado del silencio, el que guarda, cuida y nutre nuestras palabras. Aquel que protege la intimidad de nuestros pensamientos.

Nos hemos olvidado del silencio, un lenguaje ausente con presencia. El que impulsa un viaje a las profundidades del amor. Es sentimiento sin verbalización.

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Dibujo: Freepik
Noticias Mi Ciudad

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