Han transcurrido algunas cuantas temporadas: desde un nacimiento matizado hasta una blanca y lúcida vejez.
Me percaté de todas aquellas vidas caminando con rostros tan distintos y personalidades singulares.
Todo el plano inconfundible de notables intérpretes humanos parecía un excelso panal de miel.
La grata docilidad pintaba y perfilaba claras características, con un acento incrustado en grandes historias personales y humanas.
Todo parecía nítido, pues la gran esencia se diluía entre almas. Sinceramente la belleza era una solemne obra.
Vivo documentando estas escenas de estéticos paisajes humanos, pues me aseguran y recuerdan que la vida es arte.
Esos movimientos, esos gestos, esos silencios. La suma de todo, en terrenos similares y en otros tan distintos.
Con clima encendido, otras veces más apagado. Todos juntos y a la vez separados, con ancianos o jóvenes, con niños o familias.
Algunas veces felices, otras con tristes pruebas de soldado. Así o no…Poco o mucho…Con similitudes y diferencias…La vida es arte.
Christy Petri (Quesada Segura) ©